Como ha pasado el tiempo, desde mayo que no escribo, es un descuido que espero pueda solucionar y que escribir no sea solo una vez cada 6 meses, bueno en fin comencemos.
Desde la úuuuuultima vez que escribí estábamos decidiendo si íbamos a Montréal o Sherbrooke, bueno la desición fue la correcta, estamos en Sherbrooke desde el 18 de junio de este año.
LA PARTIDA
Creo es la parte mas difícil de emigrar desde tu país, ya que como es lógico, en él quedan tus papás, hermanos, sobrinos, amigos de siempre, los de la iglesia, los del trabajo y los no tan amigos también. El despedirte de toda una vida, donde pasaste penas, alegrías, rabias, etc. no es algo fácil de hacer, pero como todas las cosas pasan, ese triste momento pasó.
Anécdotas hay muchas, solo algunas les puedo contar, otras quedaran en el recuerdo o ya se me olvidaron ya que ha pasado mucho tiempo.
La primera como salimos apurados, y en nuestra casa aún quedaban cosas por guardar, las echamos en los bolsos de mano, !!crazo error¡¡ lo primero que nos quitaron a la salida fueron las benditas tijeras que no lográbamos sacar del bolso ya que el pobre no daba más. Como solo nos permitieron 2 maletas de 23 k cada una, teníamos que hacer malabares para que toda nuestra vida entrara en 6 maletas, pero como eso es imposible, ocurrió la lógica, aumentó el número de bolsos de mano, que alcanzó al elevadísimo número de 10, no me pregunten como pero las transportamos, hasta mi hija de 4 años, en ese entonces, llevaba su mochila , una maleta con ruedas y el infaltable mono de peluche que lo único que hizo fue molestar tooodo el camino, los demás lo repartimos entre mi señora y yo.
Luego de abordar el avión, comenzamos nuestra carrera de acomodar todos los bolsos de mano en los maleteros del avión y en mi caso con tanto ajetreo se me olvidó que en el asiento de adelante dejé uno de los mentados bolsos y ahí estuvo una media hora, descansando, pero el problema es que llegó el dueño del asiento (que me imagino era canadiense), no le preguntó a nadie de quien era el bolso y estuvo parado todo ese tiempo, hasta que pasó un tripulante de cabina y le preguntó si sabía quien era el dueño del bolso que le impedía sentarse, en ese instante, me di cuenta de mi involuntario olvido, y como toda acción tiene su consecuencia, me tuve que llevar el bolso en el asiento de adelante, pero esta vez debajo, lo que me impidió estirar completamente las piernas, comprenderán que mi viaje fue, un poquito apretado.
Las 11 horas de vuelo entre Santiago y Toronto fueron tranquilas y muy largas, pero pasaron.............
En nuestra próxima estrega informativa les cuento lo demás........y como dicen en la televisión.............ESTA HISTORIA CONTINUARÁ.............
Saludos
Los Kleinalfaro en Canadá.
